12 del doce de 2012

Hueco en el alma. Sangre coagulada en las entrañas. Brusco eco. Silencio demoledor. Vacío avasallador. Demasiados recuerdos. Innumerables pasajes vitales. Paro cardíaco súbito. Sin tiempo a reaccionar. Son quizás muchos los miedos. Pero no hay excusa. La fortaleza no es suficientemente potente, no lo ha sido. No queda tiempo. El tren hace un rato que pasó, y no me subí a él. Nada ocurre sin motivo, por que sí. ¡Qué dura vida esta! ¿Qué queda? Heridas sin cicatrizar a las que se suman otras nuevas. De poco sirven las bocanadas de auxilio. Cada uno a lo suyo. Se lleva mejor. Todo pasa. Eso piensan. ¡Qué remedio! Futuro. Sigamos como hasta ahora. Que la especie continuará. Dos millones de años son poca cosa. Y aquí seguimos. Volviendo a caer. Poco a poco, y con caída libre. Sin flotadores que alivien el golpe. El fuego no se apaga. Las olas rompen en las rocas. Sigue lloviendo afuera como cada mañana. Las nubes acampan a sus anchas. Mientras tanto, un corazón late con menos fuerza. Las comisuras de los labios no se mueven como antes. La música es la de siempre. Al igual que el vuelo de las cigüeñas. Un día aquí, otro allá. Todo parece igual. Pero no. Algo ha vuelto a cambiar. Lentamente. Pausadamente. Con conocimiento de causa. No es nada nuevo. Es sensibilidad. Emociones encontradas. Y el reloj sigue marcando las horas. Las manecillas no dejan de dar vueltas. ¿Hasta cuándo? Porque el teléfono apenas suena. Y ese tiempo cada vez es más difícil sobrellevarlo. La ausencia no es buena compañera. Se ha marchado sin billete de vuelta. Con una bolsa y poco más. Distancia. Tristeza. Sin adioses. Tan sólo un te quiero. Gesticulando. Suficiente. No hace falta más. Lo demás se lleva por dentro. La pérdida no tiene calificativo. No sé dónde estoy. Sin momentos de felicidad. Más tristeza. Sufrimiento. Mirada a atrás. Por algo que supiste bueno y no pudiste retener. La gran incógnita. Presente incierto. Una sala de espera. Una cama a medio hacer. Debilidad. A oscuras, pero volando alto. Soñando con ese reencuentro. Una mínima esperanza. Eso es todo lo que me queda.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

«En los últimos días he estado
aprendiendo en cómo no confiar en las personas.
Y me alegro de haber fallado»
«Cuando mueres, todo lo que dejas
son los recuerdos que creaste
en la vida de otras personas»
«A veces dependemos de las personas
como un espejo para definirnos y
decirnos quiénes somos.
Y cada reflejo me convierte en mí misma
cada vez más»
(Elizabeth en «My Blueberry Nights»)

Don’t you cherish me to sleep
Never keep your eyelids clipped
Hold me for the pops and clicks
I was only for the father’s crib

Hair, old, long along
Your neck onto your shoulder blades
Always keep that message taped
Cross your breasts you won’t erase
I was only for your very space

Hip, under nothing
Propped up by your other one, face ‘way from the sun
Just have to keep a dialogue
Teach our bodies: haunt the cause
I was only trying to spell a loss

Joy, it’s all founded
Pincher with the skin inside
You pinned me with your black sphere eyes
You know that all the rope’s untied
I was only for to die beside

So it»s storming on the lake
Little waves our bodies break

There’s a fire going out,
But there’s really nothing to the south

Swollen orange and light let through
Your one piece swimmer stuck to you

Sold, I’m Ever
Open ears and open eyes
Wake up to your starboard bride
Who goes in and then stays inside
Oh the demons come, they can subside

+Reflexiones en Lo que NO quiero

Deja un comentario